Coronel Suárez - Sexo y Alcohol

¿Y mi hija?
Con una sola visita (paseo, pasada, recorrida) por las puertas de las discos suarenses cualquier padre o madre -más o menos responsable- accederá el sábado que le guste al descubrimiento de que “las nenas” no se comportan como dicen y que distan años luz de lo que suelen mostrar cuando están en casa.
Claro que no todas optan por descarrilar de la vía de educación que han recibido. Podría decirse que la mayoría no se alcoholizan extremadamente.
Pero con que de cada 100 teens, unas 30 terminen sus noches absolutamente borrachas y semi inconscientes, las estadísticas cobran sentido dramático. Entre la treintena puede estar su hija.
La foto es la que sigue: vómitos en la entrada, ropas sucias y mal olientes, palabras sin coherencia, cerebros “quemados” y baños convertidos en centros de intercambios variados.
De ahí a resultar victimas de su propia incapacidad para decidir si quieren -o no- mantener relaciones sexuales, el tramo es peligrosamente corto. Además esas “lolitas” no cuentan con la educación sexual que les corresponde.
¿Usted se preguntó de qué bolsillo salió el dinero para comprar la “birrita” o el trago de moda? ¿Qué hizo su nena para conseguir dinero? ¿Quién, o quienes, le compraron las bebidas?
¿Quién tiene la culpa? El reparto ya es conocido: autoridades, propietarios de boliches y no pocas amiguitas que ya han caído en la ignominia.
¿Y los padres? En muchísimos casos ausentes sin aviso. Luego vienen los dolores de cabeza, los hijos no deseados y las enfermedades. Pero ya es tarde; quizás una noche cualquiera debería tomarse un rato y pasar a ver. Posiblemente su hija no se encuentre dentro del 30 por ciento y entonces dormirá más tranquilo.

Aporte de un padre: cerolic@hotmail.com