jueves, 10 de julio de 2008

Desde Buenos Aires / Acoso Escolar / Bullying

Cómo defender a sus hijos del acoso escolar

El acoso escolar (en inglés llamado “bullying”), es un tipo de violencia que se produce entre pares -niños, púberes y adolescentes- y se caracteriza por un comportamiento de maltrato psicológico, físico o verbal, que se repite a lo largo de un determinado tiempo; un abuso de poder del agresor (victimario) hacia el agredido (víctima), dentro del ámbito escolar.
El hostigamiento, el acoso, la intimidación o la humillación son palabras que hacen visible a este fenómeno que, si bien no es nuevo, en la actualidad pareciera mostrarse con una frecuencia mucho mayor.

Panorama
El bullying resulta difícil de detectar ya que cuenta con la clandestinidad como una de sus principales características: el niño que acosa a otro suele verse acompañado de una “pandilla” y utilizan, para ello, momentos y lugares estratégicos como el recreo, la salida del colegio o los baños de los establecimientos, logrando así que el adulto quede fuera del circuito.
El fenómeno es multicausal y, en nuestra sociedad, hay factores determinantes que lo alientan como la exclusión social, la falta de modelos identificatorios positivos, los escasos grupos de pertenencia, la falta de adultos responsables para atender las necesidades de los niños, la escasez de redes sociales y la falta de un trabajo interdisciplinario que pueda coordinar las acciones de padres y docentes para el trabajo conjunto.
Si bien existen varios tipos de acoso escolar, el social es el más frecuente y consiste en acciones que tienen como objetivo final el aislar socialmente a la víctima hasta lograr su marginalización. “Mis compañeros me ignoran, me hacen el vacío y no sé por qué”, “ahora nadie me habla, estoy solo todo el tiempo”, son frases que repiten los que sufren este tipo de acoso.
Burlas, desprecio, insultos, ridiculizaciones y menosprecios reiterados son algunas de las manifestaciones explícitas del tipo de hostigamiento verbal.
En el consultorio es muy frecuente escuchar, en el trabajo con niños y adolescentes: “en el colegio me cargan porque uso anteojos. Me dicen cuatro ojos”, “me cargan porque soy gorda y las chicas no quieren jugar conmigo”, “los chicos grandes me sacan lo que compro en el kiosco “, “les doy la plata porque tengo miedo de que me peguen”.

Síntomas

- No quiere ir a la escuela sin motivo aparente.
- Pierde el dinero dado para el almuerzo, merienda o para el colectivo.
- Tiene frecuentes cambios en el humor.
- Se manifiesta muy ansioso.
- Le cuesta conciliar el sueño.
- Se manifiesta más sensible que de costumbre (llora, se queja).
- Aparecen dolores psicosomáticos (dolor de panza o de cabeza).

Efectos posibles

- inseguridad
- ansiedad
- miedo
- baja autoestima
- disminución del rendimiento escolar
- aislamiento
- trastornos del sueño
- trastornos del humor

Cómo actuar

En la clínica se puede ver que lo más difícil frente a un caso de bullying es poder detectarlo. Esto se debe a que el niño debe romper el silencio y dejar a un costado cierto espíritu que lo lleva a conservar el “secreto”. Una vez logrado este paso, resulta fundamental que el adulto responsable (y ahora portador de este saber que el niño le confió), sea padre o docente, pueda alojar al niño para que éste se sienta contenido y pueda brindarle información concreta sobre los implicados de forma tal de posibilitar un posterior trabajo.
En la escuela los gabinetes psicológicos muchas veces toman a cargo estas funciones y trabajan con el/los agresor/es y la víctima para poder resolver el acoso. Resulta importante poder integrar en este proceso a los educadores y, por supuesto, a los padres de ambas partes para poder crear una red de sostén y diálogo que permita una efectiva resolución.
En muchas familias, las raigambres culturales llevan a que algunos padres piensen de forma muy variada: “son cosas de chicos”, “qué quiere que haga, tiene alma de líder” o “los hombres se hacen a golpes”. En estos casos, el trabajo con los padres, resulta esclarecedor y los resultados son asombrosos.
Este es uno de los muchos tipos de violencia que pueden presentarse en nuestras escuelas, en general se presentan en el nivel primario y los primeros años del colegio secundario, y no diferencia niveles socioeconómicos, aunque sí son distintos los modos de agresiones que se presentan según el nivel.

Autora: Licenciada Rosina Duarte
info@clinicar.com.ar

miércoles, 9 de julio de 2008

Desde Carhué / Decoración Invernal

Es tiempo de reflejar en los tonos de la flamante estación

Ocres, dorados y verdes son los grandes protagonistas


Pocas estaciones han sido tan asociadas a la sensación de melancolía como la que, en nuestro hemisferio, acaba de empezar. Sin embargo, el invierno es mucho más que tonos grises y ánimos entumecidos.
Verdes oscuros, dorados en todos los matices, ocres, pardos y colorados tierra ... la naturaleza brinda poderosos matices en estos meses.
Además, las condiciones climáticas y atmosféricas (que de por sí condicionan la visibilidad) aportan una luminosidad muy particular por estos días. Y eso tiene una influencia directa en el modo en que registramos ciertas tonalidades.
"El color existe porque hay matices y graduaciones de tono proporcionados por las ondas lumínicas -afirma el especialista Eulalio Ferrer en Los lenguajes del color- pero, como en tantos otros fenómenos perceptivos, la imaginación se encarga de hacer lo demás."
Entonces, ¿por qué no darle rienda suelta a la fantasía y dejar que lo mejor del espíritu otoñal nos inspire e ingrese en nuestro hogar?

Los colores

Mucho antes del cambio de coloración del paisaje, percibimos la llegada del otoño en la calidad de la luz solar. Se suavizan los ángulos y contrastes, mientras que las sombras ya no son protagonistas.
Entonces, si se trata de ambientar el hogar, habrá que familiarizarse con este especial clima visual.
¿De qué nos hablan los tonos imperantes en estos meses? ¿Con qué tradiciones se ponen secretamente en contacto? El dorado, uno de los registros más frecuentes, tiene una orgullosa historia.
Los griegos identificaban con este color a la primera raza de seres humanos, habitantes de una mítica época de esplendor. Por otra parte, Goethe, en su teoría del color, calificaba al amarillo puro y claro como "alegre" o "risueño". Respecto del amarillo rojizo, el escritor alemán lo consideraba netamente energizante.
¿En qué espacios de la casa conviene ubicarlos? Si la idea es renovar la pintura, se puede destacar una pared en estos tonos, y dejar el resto en blanco.
¿Una alternativa vivaz? Amarillos con naranjas.
Este último color, también presente en la naturaleza otoñal, es ideal para aportar un toque de color azafranado a los almohadones, lámparas y velas. ¿Una excelente combinación? Cercanos a cortinas amarillas, dos taburetes en anaranjado.
Los verdes, irán de maravillas en la pared del comedor o en un vestíbulo. Es el color del reposo y la satisfacción, por lo que también serán ideales en divanes y mullidos sillones. Si elige esta opción, no olvide las alfombras pardas, veteadas en negro y rojo. Su rusticidad hará de contrapunto a la suavidad del verde (igual que en un paisaje otoñal).
Y, finalmente, está el ocre. Este amarillo oscuro, presente en libros y fotografías antiguos, es un tono que remite a la nostalgia. Aplicado en detalles estratégicos, como marcos de espejos, floreros, cuadros y simpáticos cuencos artesanales, constituye un aporte de bienvenida delicadeza.

Natural

Claro que no todo pasa por el color. Los objetos de vidrio, siempre sugestivos, pueden ser interesantes mensajeros de lo que ocurre puertas afuera de casa. Frutos, hojas secas y restos de ramitas constituirán sutiles referencias al aspecto de parques y plazas. Se lucirán en tinajas, bochas o cuencos, a los pies de una mesa baja o en algún estante de la biblioteca.
¿Y si apostamos a las texturas? El papel artesanal constituye un sugerente recurso. Existen atractivos sets de escritorio en los que este material juega un rol preponderante. Superficies pintadas a mano en tonos tierra y beige recubren simpáticos portacartas, cajas de madera, cuadernos, agendas y álbumes de fotos.
En papel arrrugado también se ofrecen originales cuadros con motivos naturales. Pueden colocarse agrupados en coloridos conjuntos o solos, presidiendo nuestro rincón favorito del living.
Los géneros son otro rubro para ser considerado. La calidez y contundencia del jacquard es una cita impostergable para los primeros días fríos. Pueden encontrarse modelos nacionales, con delicados diseños y estampados. En beige, aplicados a todo tipo de tapizados, vestirán agradablemente los sectores más concurridos de la vivienda.
Por otro lado, los caminos confeccionados en telar constituyen un efectivo detalle rústico para las mesas del comedor o el living. ¿Los más recomendables? Aquellos que vienen en tonos crudos.
En resumen: se trata de establecer cierta armonía con un exterior que aún no impone los rigores del invierno. En estos meses todavía no es necesario climatizar artificialmente los ambientes. En consecuencia, la relación entre interior y exterior es fluida.
Nada mejor, entonces, que acentuar esa comunicación mediante texturas naturales, maderas cálidas, luces filtradas y un armónico conjunto en el que predominen los otoñales ocres, dorados y verdes musgo.



Un aporte de: josefina@ymail.com